El concurso.
A la pregunta del periódico local “Berliner Zeitung” de porque merecía ganarme un par de boletos para asistir a la Noche de los Castillos 2014 en el Parque Sanssouci en Potsdam, respondí que porque sólo había estado ahí una vez, hace diez años, y que había llovido mucho, por lo que no pude apreciar bien el lugar, y que me había quedado muy triste.
El viajecito.
Al parecer, con mi historia conmoví corazones, y me hice acreedora a las entradas, por lo que emocionada, el sábado pasado me dí a la tarea de viajar de Berlín a Potsdam, pequeña ciudad que queda al suroeste de la capital alemana. El viaje lo hice en autobús por ser la conexión más fácil y directa desde donde me encontraba, pero obvio, no fué la más rápida. Además, tuve la oportunidad de ver por primera vez el campo de las afueras de Berlin y algunos pequeños poblados que no conocía.
El parque.
El trayecto duró más de una hora, con una lluvia tremenda. Afortunadamente al llegar al Parque Sanssouci, el clima mejoró. Sans souci, quiere decir sin preocupaciones y no sólo es el nombre del parque, sino así se llama el castillo principal.
El “Parque Sanssouci“, que desde 1990 es considerado por la UNESCO, Patrimonio Cultural de la Humanidad, tiene varias entradas, arroyuelos y lagos. Por ejemplo, para darles una idea de que tan grande es: ir del castilllo principal, a uno de los castillos pequeños, o atravesar casi todo el parque, hay que caminar entre cuarenta y cincuenta minutos. Sí, cuarenta o cincuenta minutos. ¡Lo bueno que en aquella época, tenían coches con caballos! je je…bueno, una opción sería usar usar bicicletas, pero está prohibido rodar en el parque.
El evento.
La Noche de los Castillos, Potsdamer Schlössernacht me pareció un evento muy bonito, divertido; además, de que fué muy diferente a lo que había visto y vívido, tal vez por el maravilloso lugar que ya de entrada es fabuloso y “como de cuento”. En cada jardín, patio o castillo había alguna manifestación artística relacionada con la época del Barroco o Rococó: danzas, música, actuaciones, etc; el parque estaba iluminado, había árboles que contaban historias o de repente caminaban figuras gigantes entre la multitud. Noche de sorpresas y mucha gente, local y foráneos, presente.
Algunos de los asistentes iban vestidos como en áquellos años y hasta conversaban o saludaban con ese lenguaje florido y rebuscado. Hubo momentos en que me llegué a sentir como María Antonieta de Austria o como la Reina de Prusia, Isabel Cristina de Braunschweig-Wolfenbüttel-Bevern, quien vivió ahí y recorría con sus vestidotes los viñedos de su residencia de verano.
Me alegro haya tenido la oportunidad de haber ido a tal evento, espero regresar pronto al parque y a Potsdam para realizar un recorrido más tranquilo y apreciar con calma cada castillo del parque, con sus respectivas historias. ¡Saludos a todos y hasta el siguiente post!
😉 Cheers! 🙂 |