Paseo en bici con cerveza Zwickel en el norte de Alemania

El río, el barquito, las Zwick’l y el porrazo estilo BMX

Es momento que todavía no me repongo del desgarre muscular en ambas pantorrillas, ya voy para la sexta semana en reposo forzado… y extraño mi bici. Entonces, recordé que no les he compartido algunos momentos bicicleteros y refrescantes que viví en Alemania con la “Amapola del Norte”, la bici que les había comentado me prestaron y que durante unos diez días – antes de la inesperada y dolorosa lesión- la pedalié lindo y bonito: el meritito “Día de la Bicicleta” me tocó disfrutarla; así como también realicé varios paseos en el pueblito donde me hospedaba en Renania del Norte Westfalia, y algunos recorridos por la orilla de los dos ríos que rodean la bella zona.

En uno de esos recorridos ciclistas, aún con frío y vientazo helado en la carita, me tocó recorrer varios kilómetros a lo largo del río Werre, luego el río Weser, y por primera vez, éste último cruzarlo en el barquito llamado “Amanda”, el cual transporta de un lado a otro peatones y ciclistas, por un costo de dos Euros.

Cerveza estilo Zwickel o Kellerbier

Ese día, del otro lado del río Weser, recorrí algunos campos, pasé por un aeropuerto pequeño y llegué hasta un lago, donde había un fabuloso restaurante, ahí, hice una parada placentera para refrescar el cuerpecito. Tuve la fortuna y sorpresa que vendían unas cervezas Zwick’l y que las servían en un bonito tarro de cerámica, original de la cerveza. Me tomé dos, y como no había comido, pues las sentí pegadoras je je…

Cervecería: Bayreuther Bierbrauerei
Origen: Bayreuth, Alemania
Estilo: Kellerbier

Alcohol: 5.3%
Aromas y sabor a malta, caramelo, melaza. Un ligero sabor a lúpulo. Es una cerveza no filtrada. No la describo más porque ya no me acuerdo, pero sí sé que estaba deliciosa, muy refrescante e ideal para disfrutarla donde la tomé: con vista a un bonito lago. 

 

Fué uno de los mejores paseos en bici durante mi estancia en Alemania: día soleado, casi primaveral, no mucho tráfico de ciclistas en la vereda, el conductor del barquito, un señor ancianito muy amable y simpático me preguntó si era de Filipinas; además, miré a algunos pajáritos revoloteando en la pradera. ¡Ah! y de regreso me caí de la bici, je je, les digo, las Zwick’l estaban poderosas: al intentar “saltar”, “rampear” un bordito de la banqueta, creyéndome conductora profesional BMX, ¡zas! dí el porrazo en plena calle, por suerte no venían autos y no me lastimé. ¡Qué oso! 

Aún así, buenos recuerdos, buena experiencia… y ¡ya se me antojó una Zwick’l!, así fresquita, así de sabrosita en el tarrito…¡Saludos!