Varios grupos de chicos con sudaderas y pantalones de talla extra grande escuchando música ranchera a todo volumen afuera de sus casas, algunos todavía tronando cohetes, con los ojitos rojos y botes de “Tecate” en mano; unos niños emocionados estrenando juguetes: una pelota de fútbol, un mini triciclo de los Angry Birds y unos patines rosas con la cara de una Barbie a los lados. En el puesto de de Cocos, todos listos y con mandiles, esperando a los desmañanados clientes; en la esquina, un policía comiendo un cóctel de mariscos y platicando su experiencia en el retén de anoche.
Así sigo la ruta bicicletera matutina, tranquila por el boulevard, recorro algunas colonias, fraccionamiento, viendo los árbolitos, los pajáritos, los adornos navideños en las casas, respirando aire puro y escuchando la tranquila ciudad.
Paro en el Oxxo, el que está enfrente a un hospital, mientras estaciono y aseguro mi bicicleta, la “Reina Azul de los Mares“, alcanzo a escuchar la conversación teléfonica de un papá platicando con su hijo o hija, diciéndole que su hermanito está bien que al rato lo va a ver, que lo quiere mucho y que no se preocupe; luego habla con otra persona, imagino una persona adulta, y le dice que no le diga toda la verdad al niño, que él luego le explicará la situación. Se despide y cuelga, se queda pensativo, mete las manos en la bolsa y lanza un suspiro, cruza la calle y se dirige cabizbajo al hospital.
Mientras tanto, entro al Oxxo y compro agua. Al salir, cruzo la calle y veo adentro de un auto con las ventanas cerradas, a un señor de apariencia robusta y fuerte, como el de los comerciales de Maestro Limpio, sollozando, llorando, gritando desesperadamente, en una mano tenía un teléfono y con la otra se limpiaba las lágrimas, tenía la cara roja, los ojos hinchados y la camiseta mojada….expresaba mucho dolor, estaba inconsolable….
27 de diciembre del 2012:
Los últimos días del 2012, buscando pretextos para evadir responsabilidades: sin pensarlo y sin rodeos, saqué la bici rumbo a la playa…marea baja, suficiente espacio para pedalear en la arena blanda.
En plena costa del Pacífico, al sentir el viento helado en mis cachetitos, recordé el Mar del Norte y su playa inmensa, casi hasta el horizonte. Fuí testigo de la reunión de las aves en el atardecer de diciembre, mientras un niño perseguía a una gaviota y otro volaba su papalote en forma de dragón. Bonito atardecer playero, bonito pasatiempo, el andar en bici. Otro de mis placeres que se intensificaron este año 🙂